Entre las consultas más habituales en torno a los metales preciosos, en especial en el ámbito de la joyería, se encuentran las referidas al cuidado y mantenimiento de las piezas. Ahora que estamos en época de bodas, muchas son las parejas que desean saber cómo asegurarse, de cara al futuro, de que sus flamantes anillos continúen luciendo impecables a pesar de los lógicos efectos de llevarlos puestos cada día. ¿Cómo limpiar el oro blanco, uno de los materiales más codiciados en este ámbito? Existen diversos métodos posibles, pero te ofrecemos algunos consejos caseros que te permitirán sacarle brillo con la prudencia deseable.
Cómo limpiar el oro blanco sin dañarlo
A veces la mejor opción para limpiar joyas en casa es agua y jabón, así de sencillo: si se trata de alianzas u otras piezas que no contengan piedras engarzadas –que no deberían sumergirse–, una de las posibilidades más seguras y efectivas es preparar un recipiente con agua tibia y una pequeña proporción de jabón, preferiblemente neutro. Remuévelo y deja las joyas a remojo durante alrededor de un cuarto de hora para obtener un lavado sin necesidad de frotar.
Una joya con incrustaciones puedes tratarla cuidadosamente con un cepillo extrasuave pasado por agua con un poco de bicarbonato y/o zumo de limón. Asegúrate previamente de que no haya piedras que se estén soltando. También hay quien recomienda la propia pasta de dientes para este cometido, siempre y cuando la pieza no presente recovecos complicados en los que se pueda quedar atascada. Sin necesidad de aclarar, sécala con un paño suave, mejor si es uno especializado para este cometido. Procura que el secado se realice también con el mínimo frotado posible.
¿Todavía no sabes cómo limpiar oro blanco? En el caso de que estos métodos no te dejen satisfecho o debas limpiar una pieza con suciedad acumulada de hace tiempo, puedes probar productos profesionales o bien acudir directamente a consultar a un joyero de confianza.
Ante todo, desde Ciode te aconsejamos una limpieza comedida, que no se repita más de una o dos veces al mes, y con los métodos menos abrasivos posibles, en especial teniendo en cuenta la importancia de no desgastar la capa externa de rodio que muchas veces incorporan las piezas de oro blanco.